1.2. Regiones fisiográficas y geopolíticas

 

Administrativa, social y políticamente el territorio uruguayo está dividido en 19 departamentos con una población total de 3 163 763 de habitantes (Censo General de Población,1996), de los cuales un 44% se concentra en Montevideo. La población rural alcanza tan sólo el 12%.

En el caso del Uruguay, pese a su extensión de aproximadamente 180.000 km 2 presenta un número interesante de especies de vegetales superiores, unas 2500, de las cuales la gran mayoría son herbáceas o subarbustivas. Estas especies se agrupan en 140 familias y 811 géneros. A su vez, del total de familias 89 son exclusivamente herbáceas y 27 son exclusivamente leñosas (Marchesi, E. com. pers.). Las lecturas que pueden hacerse de estos datos sin dudas son diversos, pero resulta claro que se trata de una flora rica y diversa (teniendo en cuenta el Nº especies/m2, y Nº géneros/familia y Nº especies/género). Por otra parte resulta clara la predominancia del componente herbáceo sobre el leñoso.

Por otra parte, esta riqueza florística se acompaña por una buena diversidad en cuanto a tipos de vegetación o formaciones vegetales, es decir de unidades homogéneas desde el punto de vista fisionómico prescindiendo de la composición florística.

Si bien existen algunas discrepancias entre los autores, se definen las siguientes formaciones vegetales para el Uruguay: montes de parque, serrano, ribereño, de quebradas, palmares y matorrales o arbustales, entre las que están dominadas por el componente leñoso; praderas (la más extensa e importante, y que a su vez puede subdividirse en estivales e invernales, uliginosa, paludosa, pedregosa, arenosa, etc.), bañados, vegetación de arenales, vegetación halófita, pajonales, etc.

Esta diversidad está explicada por muchos factores, entre los cuales deben mencionarse la gran variabilidad en cuanto al sustrato geológico y a los tipos de suelos, las variaciones topográficas, etc. a las que en épocas más recientes debe sumarse el uso de la tierra por parte del hombre.

A lo anterior hay que agregar que nuestro país está ubicado en una zona de transición entre varias Provincias Fitogeográficas. Recuérdese que una Provincia Fitogeográfica es la unidad utilizada en Fitogeografía para dividir el Planeta desde el punto de vista de la vegetación. Según el sistema propuesto por Engler existen categorías superiores a las Provincias, sucesivamente Dominios y Regiones, e inferiores como Subprovincias, Distritos, etc.

De acuerdo a la división propuesta por Cabrera y Willink (1973) nuestro país se ubica en el Distrito Uruguayense de la Provincia Pampeana (Región Neotropical, Dominio Chaqueño), el cual someramente se caracteriza por la presencia de la pradera de gramíneas como comunidad clímax, con predominio de especies del género Stipa, a las que se asocian especies de los géneros Poa, Melica, Piptochaetium, Paspalum, etc. También existen numerosas comunidades edáficas características como las selvas ribereñas, bosques serranos y comunidades halófilas, hidrófilas, psammófilas, etc.

Las restantes Provincias que influyen en la flora y vegetación del Uruguay son la del Espinal y la Paranense (perteneciente al Dominio Amazónico), incluso algunos autores reconocen la influencia de la vegetación Chaqueña en el noroeste del país.

La influencia del Espinal y del Chaco se reconoce en la vegetación del litoral oeste del país con la aparición de la vegetación de Parque, en la que se dan especies subxerófilas generalmente caducifolias (muchas de ellas pertenecientes a la familia de las Leguminosas) como Prosopis nigra Hieron., P. affinis Spreng., Geoffroea decorticans (Gill. & Hook & Arn.) Burk., Acacia caven (Mol.) Mol., Parkinsonia aculeata L. También aparece formando parte de estas comunidades una palmera (Trithrinax campestris Drude & Griseb.), el quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco Schlecht.), Grabowskia duplicata, Schinus fasciculatus, etc. Es muy común en estas zonas la existencia de "blanqueales", es decir un tipo particular de suelo, sumamente alcalino al que también se asocia un tipo muy especial de vegetación, con especies con requerimientos muy específicos, también con influencia de las provincias mencionadas. Estas comunidades no han sido lo suficientemente estudiadas aún.

La influencia de la Provincia Paranense puede verse en la vegetación leñosa del Río Uruguay y en las de las "quebradas" de la cuesta basáltica en Tacuarembó y Rivera, e incluso en algunas zonas serranas de Cerro Largo y Treinta y Tres.

Muchas especies tienen en estas zonas su límite sur de distribución natural como Peltophorum dubium (Ibirrapitá), Tabebuia heptaphylla (Lapacho), Enterlobium contortisiliquum (Timbó), Albizzia polyantha (Timbó blanco), Gleditsia amorphoides (Corondá), Cinammomum porosum (Canelero), C. amoenum (laurel, Canelero) Patagnula americana (Guayubira), Poecilanthe parviflora (Lapachillo), Lonchcarpus nitidus (Lapachillo), Inga uruguensis (Ingá),entre otros.

Otras especies como Nectandra megapotamica (Laurel), Ocotea acutifolia (Laurel negro), Luehea divaricata (Francisco Alvarez), Cupania vernalis (Camboatá), así como muchas especies pertenecientes a la familia de las Mirtáceas, típicas de la Provincia Paranense crecen abundantemente y alcanzando grandes dimensiones en las quebradas antes mencionadas.

El estado de conservación de la región biogeográfica uruguaya, se lo considera como vulnerable, siendo las principales amenazas el pastoreo excesivo del ganado y la conversión de hábitats naturales para la actividad agrícola.

El monte nativo ocupa el 3,8 % de la superficie total del territorio, siendo el monte de quebrada y el monte asociado a sus valles (como los ubicados al norte del país), ecosistemas de importancia para albergar y brindar recursos a la fauna que en ellos habita.

Existen actualmente en el territorio aproximadamente 100 especies de mamíferos, habiéndose extinguido en épocas históricas las poblaciones locales de 4 de ellas correspondientes a las especies: Pecarí de Collar (Tayassu tajacu tajacu), Oso Hormiguero Grande (Myrmecophaga tridactyla), Jaguar (Panthera onca palustris) y Ciervo de los Pantanos (Blastocerus dichotomus).

La permanencia de otras especies debe ser confirmada, como el Ocelote (Leopardus pardalis mitis), el Puma (Puma concolor ssp.) y el Lobito Grande de Río (Pteronura brasiliensis paranensis).

Teniendo en cuenta diversas apreciaciones, algunas especies están en peligro de extinción: Venado de Campo (Ozotoceros bezoarticus leucogaster), Oso Hormiguero Chico (Tamandua tetradactyla), Tatú de Rabo Molle (Cabassous tatouay), Coatí (Nasua nasua solitaria) y Coendú (Sphiggurus spinosus spinosus).

Con relación a las especies de reptiles que habitan el país, no se ha registrado la extinción de ninguna de ellas. No obstante se considera riesgosa la situación de la Víbora de Cascabel (Crotalus durissus terrificus).

Uruguay se encuentra en una zona de transición entre la región pampeana y biomas subtropicales con características selváticas. Cabe destacar el importante rol que juegan el río Uruguay, la Sierra de Ríos y la Cuchilla de Haedo (Azpiroz, A. en prep.) como corredores biológicos.

La avifauna del país está representada por unas 380 especies de ocurrencia regular. El relevamiento de áreas poco conocidas, principalmente en el norte y este del país, permite incorporar continuamente nuevos taxa a la lista existente.

La alta riqueza es reflejo de la gran variedad de aves característica de la Región Neotropical. En términos absolutos, la fauna ornitológica no alcanza los niveles de otros países de la región. Sin embargo, si se considera esa cifra en función de la superficie resulta que Uruguay es una de las naciones más ricas en aves del subcontinente sudamericano.

Otra característica importante de la avifauna del Uruguay es que alrededor del 35 % de sus integrantes realiza migraciones de distinta índole, diferenciándose claramente al menos 3 corrientes que difieren en cuanto a lugares de procedencia y los momentos de permanencia en nuestro territorio. Aproximadamente el 7 % de las aves uruguayas presentan problemas de conservación a escala global. Como sucede en el contexto internacional, las amenazas más importantes son la modificación de hábitat y la caza indiscriminada con fines comerciales o de subsistencia.