El área estudiada en la cuenca del arroyo Lunarejo
presenta una zonificación muy definida, cuyos elementos
característicos corresponden a las diferentes geoformas que la componen
y al sustrato geológico de cada una de ellas, el que a su vez es en
buena medida el que ha condicionado la evolución del paisaje regional y
los diversos componentes en que el mismo puede desagregarse.
El terreno está constituido por una superficie
elevada de relieve plano y sustrato rocoso de naturaleza ígnea en la
cual han sido excavados valles encajonados que se profundizan y
ensanchan desde las nacientes - en el borde de aquella superficie -
aguas abajo hasta alcanzar una superficie de menor altitud constituida
por colinas sedimentarias en la que los valles aluviales que discurren a
través de ella presentan un grado de disección mucho menor pero un
ancho considerablemente mayor que en su tramo superior entallado en las
rocas ígneas mencionadas.
Las diferentes unidades geomorfológicas
identificadas en la zona de trabajo son las siguientes.
- Altiplanicie Masoller
. Esta unidad se extiende desde el
límite norte (Cuchilla Negra) hacia el sur y desde el límite oeste
(Cuchilla de Haedo) hacia el este y toma su nombre del poblado de
Masoller. Esta superficie se encuentra situada a una altitud de 350 m
(nacientes del Arroyo Rubio Chico o de la Guardia) a 330 m (Masoller)
en los puntos más elevados de la divisoria con cuencas vecinas hasta
unos 280 - 320 m en las nacientes de la mayoría de los valles
principales que se inician en su borde sur (arroyos Lunarejo y Gajo
del Lunarejo y cañadas de las Yeguas, de los Difuntos, de Eduardo y
de los Molles).
Su relieve es casi plano, con muy escaso desnivel
hacia el sur y hacia el este y su sustrato está constituido por
basaltos de la formación Arapey, de la cual se puede observar más de
una colada: seguramente dos en la altiplanicie propiamente dicha y una
inferior a ambas en parte de los valles de disección que recortan su
borde. Este borde, con orientación hacia el este y el sur tiene forma
de una escarpa abrupta y empinada, con un fuerte desnivel hacia
superficies inferiores y está muy recortado por entalles excavados
por los cursos de agua que se profundizan rápidamente, aguas debajo
de sus nacientes.
Esta altiplanicie ha sido definida por Antón (1975
a y b) como el remanente de una superficie de aplanamiento de edad
terciaria, aunque dicha interpretación ha sido también cuestionada
señalándose que esta superficie - así como otras identificadas en
el área basáltica del norte uruguayo - serían quizás de origen
estructural y no erosivo. El nombre ha sido propuesto por el autor
indicado y aceptado como identificación de una unidad de la Carta de
Reconocimiento de Suelos del Uruguay (MAP/DSF, 1976) porque define
adecuadamente una región natural del país, con una topografía y una
asociación de suelos características. Se trata de una superficie
estable con escaso potencial morfogenético debido a su carácter casi
tabular.
- Valles escarpados
- Esta unidad comprende el tramo superior de
los valles excavados por los principales cursos de agua de la zona,
donde éstos han disectado enérgicamente la altiplanicie basáltica
dando lugar a las conocidas "quebradas" como se conocen
estos valles en el lenguaje popular. Se trata de profundas incisiones
entalladas en la roca basáltica y también en la arenisca que ocurre
por debajo del basalto, salvo en las propias nacientes de los arroyos,
donde la profundidad del entalle no alcanza la profundidad suficiente
como para llegar hasta la arenisca.
A una escala regional de trabajo, estos valles
constituyen en su conjunto la gran unidad geomorfológica denominada
"frente de escarpa basáltica" (Durán, 1991) y forma una
escarpa abrupta, con terrenos de disección asociados y colinas de
relieve fuerte, donde predominan pendientes muy acentuadas, con
sustrato de areniscas triásicas, a menudo removilizadas y mezcladas
con materiales basálticos provenientes de las zonas más altas.
La secuencia de valles escarpados, de los cuales
los considerados en este estudio son solamente una parte, le otorga al
borde de la altiplanice basáltica en la que se originan una forma muy
recortada e irregular, fácilmente visible en fotografías aéreas e
imágenes satelizarais. Esas irregularidades en el borde de la escarpa
dan el nombre de quebradas a estos valles.
Los valles escarpados presentan laderas muy
fuertes, a menudo con declive mayor al 100 por ciento, que están
recubiertas de manera discontinua por materiales coluvies de poca
potencia y de granulometría muy variable pero normalmente con
abundancia de fragmentos gruesos (piedras, guijarros, cascajos) de
hasta varias decenas de cm de diámetro y de formas angulosas o
subangulosas, indicativas de transporte a poca distancia de la fuente.
En las laderas de los valles se observa normalmente
una o más escarpas formadas por afloramientos rocosos de basalto o de
arenisca silicificada o vitrificada por el contacto con las lavas
básicas con las que están en contacto. En las proximidades de sus
nacientes estos valles son de fondo muy estrecho y pendiente fuerte e
irregular, con frecuentes desniveles abruptos aunque de escasa altura
(resaltos). En ellos el agua fluye directamente sobre la roca o sobre
delgados depósitos aluviales de tipo torrencial con dominancia
absoluta de material detrítico grueso, casi sin partículas finas,
debido a la fuerte capacidad de transporte de la corriente. Aguas
abajo la pendiente del cauce se hace menor, el fondo del valle se
ensancha y la sedimentación incluye materiales de granulometría más
variada, observándose a menudo que los depósitos gruesos (cantos
más o menos rodados) están recubiertos por aluviones de texturas
areno arcillosas que llegan a conformar pequeñas terrazas de poca
altura; el fondo del lecho sin embargo está normalmente tapizado de
depósitos muy groseros, como puede verse por ejemplo en el Paso Real.
A modo de ejemplo se puede mencionar que el cauce del Arroyo Lunarejo
posee una pendiente ligeramente superior a 1% en el tramo de unos 17
km comprendido entre sus nacientes y el Paso Real y que en los
primeros 10 km - hasta la desembocadura de la Cañada de las Yeguas -
la pendiente del arroyo es aún mayor, alcanzando casi al 1,5%. Tales
pendientes son exclusivamente propias de cursos de agua como los de
las quebradas de la región - y de otras áreas serranas muy
fuertemente entalladas - y superan ampliamente la pendiente normal de
la gran mayoría de los cauces del país.
Las laderas de los valles escarpados están en gran
parte recubiertas por un estrato arbóreo denso y continuo de monte
indígena que constituye un rasgo muy característico de estas
quebradas. No obstante, buena parte de las laderas están cubiertas
por un tapiz herbáceo de porte bajo que incluye localmente hierbas de
porte alto. En las laderas de mayor pendiente y tapiz herbáceo se
observan con frecuencia evidencias de movimientos en masa del suelo,
una forma de erosión poco común en el país, ya que su desarrollo
requiere la existencia de suelos poco profundos y declives muy
acentuados. Tales condiciones no ocurren en el país sino en
topositios bastante localizados, uno de los cuales es justamente el
que ocurre en las laderas de los valles escarpados de la zona del
proyecto. Los valles escarpados constituyen una superficie inestable,
con fuerte potencial morfogenético debido a las laderas muy empinadas
que los constituyen; la erodabilidad del suelo puede incrementarse muy
fuertemente ante cualquier deterioro de la cobertura vegetal que lo
protege.
- Valles aluviales
- Este tipo de terreno ocurre en el fondo de
los valles escarpados cuando estos tienen un ancho suficientemente
importante y una pendiente suficientemente escasa como para permitir
el predominio de los fenómenos de sedimentación de materiales finos
o relativamente finos sobre los de erosión o acumulación de detritos
muy groseros. Tales condiciones se dan por ejemplo en el cauce
inferior del Arroyo Lunarejo, entre el Paso Real y su desembocadura en
el Río Tacuarembó, donde en una distancia aproximada a los 18 km se
observa un desnivel de apenas 10 m, lo que representa una pendiente
media de 0,06%, un valor muy inferior para la pendiente ya mencionada
de este arroyo aguas arriba del Paso Real. En tales condiciones se
produce el relleno aluvial de los valles con sedimentos de la
naturaleza indicada; en estos casos el fondo es plano y da lugar al
desarrollo de formas constructivas (terrazas bajas) en vez de erosivas
y se posibilita la formación de suelos de características muy
variables a cortas distancias en función de la variabilidad de la
sedimentación.
Parte de estos valles aluviales posee una cobertura
boscosa (monte galería) mientras que en otras partes se observa un
tapiz herbáceo y de pajonales. En algunas de estas terrazas bajas que
bordean los cursos de agua a la salida de las quebradas propiamente
dichas (o donde estas se ensanchan de manera significativa) se ha
desarrollado algo de agricultura, mayormente por parte de pequeños
productores, incluyendo algunas pocas chacras dedicadas al cultivo del
arroz.
La comparación de las fotografías aéreas
utilizadas en el levantamiento de suelos, tomadas en 1967, con las
observaciones de campo realizadas en el invierno de 1999 permite
concluir que el área de cultivos es actualmente más reducida de lo
que lo fue en el pasado.
Los valles aluviales constituyen formas
constructivas en las que se han acumulado sedimentos de granulometría
muy variable en el espacio y en el tiempo, pero en la actualidad
pueden considerarse como terrenos dominantemente estables, salvo por
entalles o depósitos locales provocados por los cursos de agua.
- Colinas arenosas
- Esta unidad ocupa no muy significativa, al
sur del poblado La Palma, entre los Arroyos Buen Retiro y Lunarejo y
entre este último y el Rubio Chico o de la Guardia y corresponde a
terrenos situados ya fuera de la zona de valles escarpados
(quebradas). Su relieve es de colinas bajas, de laderas cortas a
medias y pendientes de 5 a 12% de declive en la gran mayoría de los
casos; no existen prácticamente afloramientos rocosos y el sustrato
está formado por areniscas triásicas de la formación Rivera. Estos
terrenos poseen una cobertura herbácea de porte alto, constituida por
pasturas estivales de calidad regular y fuerte estacionalidad en su
producción forrajera.
La mayor parte de la agricultura de la zona se ha
desarrollado en estos terrenos bajo forma de chacras de pequeño
tamaño dedicadas al cultivo de sandía, maíz y otros rubros
destinados fundamentalmente a subsistencia. En los últimos años la
forestación artificial con eucaliptos y pinos se ha convertido en el
principal aprovechamiento de la tierra. En las chacras destinadas a
cultivos es común observar grados importantes de erosión y
degradación del suelo, cuya cobertura vegetal cuando no están
plantadas con los rubros mencionados es muy rala y sin valor
forrajero. Las colinas arenosas constituyen terrenos de erosión y
acumulación y son estables en su condición natural bajo tapiz
herbáceo, pero poseen un potencial erosivo importante cuando el suelo
queda descubierto y expuesto al impacto de las gotas de lluvia y al
escurrimiento superficial.
- Cerros
- Esta unidad se ha separado basándose en criterios
geomorfológicos pero también paisajistas porque este último
elemento se considera importante para la formulación del proyecto de
área protegida. Corresponde a colinas aisladas cuyo origen se debe
muy probablemente a la erosión geológica de los bordes de la
altiplanicie basáltica que dio lugar a cerros separados de ella por
gargantas a veces estrechas pero en ocasiones más amplias. En el
primer caso los cerros se vinculan claramente a la altiplanicie, en
tanto que en segundo se destacan como componentes prominentes del
paisaje al estar más separados de la altiplanicie y de las laderas de
los valles escarpados. El terreno consiste de cerros de forma cónica
(buttes), a veces casi perfecta y otras más irregular, con una
cumbre muy estrecha de forma plana y laderas de declive muy fuerte,
con pendientes comparables a las de los valles escarpados. El
substrato geológico es similar al de dichas laderas.
En el área del proyecto se identifican tres materiales
geológicos principales.
En la unidad de altiplanicie que domina en las
tierras más altas el material parental de los suelos está constituido
por basaltos de la formación Arapey, de los que se han observado varias
coladas según se mencionó. Al menos tres pueden ser identificadas en
las fotografías aéreas, lo cual coincide con las conclusiones
alcanzadas por estudios anteriores en la zona. *
Se trata de basaltos de grano fino y color oscuro que afloran
abundantemente, sobre todo en las cornisas y escarpas del borde de la
altiplanicie, pero asimismo en forma de "lozas" que ocupan
parte de la superficie del terreno sin dar afloramientos prominentes.
También se observa material basáltico medianamente alterado en forma
de cantos redondeados y subangulosos que tapizan parte de la superficie
del suelo, con mayor frecuencia también en los bordes de la
altiplanicie de Masoller. El basalto da lugar a la formación de suelos
de profundidad variable, textura fina, color oscuro y buena fertilidad.
*
Véase por ejemplo "Cuenca Superior del Arroyo Lunarejo"
publicado por DINAMA/UICN/Sociedad Zoológica del Uruguay (1998).
El segundo material geológico corresponde a las
areniscas de la formación Rivera (antes denominadas de Tacuarembó),
constituidas por material detrítico de naturaleza dominantemente
cuarzosa, con tenores variables de feldespatos y algunos minerales densos
característicos (circón, turmalina y estaurolita). Las areniscas
presentan un tamaño de grano muy uniforme con claro predominio de las
fracciones de diámetro de partículas de 250 a 100 µm y de 100 a 50 µm;
no existen normalmente granos de diámetro mayor a 250 µm y el contenido
de limo (partículas de 2 - 50µm) es muy bajo. La arenisca está libre de
carbonato de calcio y da lugar a la formación de suelos de desarrollo
variable, ácidos, de textura liviana y baja fertilidad.
El tercer material geológico corresponde a los
depósitos aluviales modernos y recientes que ocurren en forma de una
franja de ancho variable a lo largo de los cursos de agua que atraviesan
la zona. Estos aluviones son de textura variable, tanto vertical como
horizontalmente, aún en cortas distancias, pero se observa sin embargo
una zonificación de los mismos por granulometría, la que es más gruesa
cuanto mayor la pendiente del cauce, lo que ocurre en los cursos
superiores, según se mencionó en el capítulo sobre Geomorfología. En
estos tramos, los cauces está recubiertos de clastos gruesos de basalto y
a veces de areniscas duras, de escaso grado de redondeamiento, indicativo
de un transporte limitado, a poca distancia de la fuente de detritos. En
algunas zonas donde la pendiente local de los cursos de agua es muy fuerte
no hay acumulación aluvial y el lecho fluvial está constituido
directamente por el sustrato rocoso entallado, sin cobertura sedimentaria
alguna. Aguas abajo ocurren sedimentos de granulometría más fina, a
veces con contenidos significativos de carbonato de calcio, pero de bajo
de los cuales es frecuente observar - si existen desmontes naturales
apropiados - depósitos de cantos gruesos como los descritos. En las zonas
de sedimentación fina, pueden observarse terrazas bajas de escasa
amplitud y poco desnivel con el cauce actual de los cursos de agua.
Las asociaciones de suelos identificadas en la zona del
proyecto coinciden con las grandes unidades geomorfológicas reconocidas
en la misma, ya que estas constituyen la base para la delineación de
aquellas. Por otra parte, siendo el objetivo del estudio la formulación
de un plan de manejo para un área protegida, la valoración y
preservación de sus valores escénicos pasa a ser un objetivo esencial
del estudio y puesto que tales valores escénicos se asocian claramente a
la geomorfología de la zona, las unidades geomorfológicas son
necesariamente un elemento básico para la subdivisión de aquella en
áreas homogéneas para la definición de su uso, manejo y conservación.
Por lo tanto, las unidades geomorfológicas serán la base sobre las que
se definen, caracterizan y analizan los suelos del punto de vista de su
utilización actual y recomendada.
Los suelos se describen según su morfología y
propiedades físicas y químicas más importantes. La clasificación
natural empleada para ubicarlos taxonómicamente es la vigente en el país
(Altamirano et al., 1976), pero con fines de correlación internacional y
de mayor accesibilidad de la terminología a lectores no familiarizados
con dicho sistema se indica también la clasificación según el sistema
de EE.UU., de amplia difusión fuera del país.
- Suelos de la altiplanicie Masoller
- Suelos superficiales - Los suelos superficiales, ampliamente
dominantes en la altiplanicie, se definen por una profundidad menor a
30 cm hasta la roca consolidada (contacto lítico) y poseen por lo
común solamente un horizonte A, aunque ocasionalmente pueda
observarse un horizonte B incipiente. Se clasifican como Litosoles
Eutricos Melánicos o Litosoles Eutricos Ocricos según la naturaleza
del horizonte diagnóstico superficial. Típicamente presentan un
horizonte A de 3 a 20 cm de espesor - ocasionalmente algo mayor - de
color pardo rojizo muy oscuro a negro y textura franco arcillosa o
franco arcillo limosa, a veces algo gravillosa o al menos con algunos
fragmentos gruesos de roca parcialmente meteorizada. Estos suelos
poseen un pH mediana a ligeramente ácido (6,0 - 6,2) y un contenido
elevado de materia orgánica, del orden de 5 a 6 por ciento. Los
Litosoles Eutricos Melánicos poseen un horizonte A de espesor mayor a
10 cm por encima del contacto lítico (por definición) y son, en
promedio, de color más oscuro o menos rojizo que los Litosoles
Eutricos Ocricos, cuyo espesor hasta la roca basáltica es de menos de
10 cm y cuyo color es a menudo más rojizo o más claro o ambos rasgos
a la vez. Los Litosoles se clasifican como Hapludoles Líticos en su
mayoría y como Udorthentes Líticos si son extremadamente
superficiales según la taxonomía de suelos del Departamento de
Agricultura de Estados Unidos (USDA). Los Litosoles se clasifican como
Hapludoles Líticos, en su mayoría o como Udorthentes Líticos si son
extremadamente superficiales (o menos frecuentemente de color muy
claro) según la taxonomía de suelos del Departamento de Agricultura
de Estados Unidos (USDA). Ambas Subclases de Litosoles son muy
semejantes en casi todas las restantes propiedades físicas y
químicas. La fertilidad es alta o media a alta, aunque la capacidad
de fijación de fósforo es alta debido al contenido bastante elevado
de óxidos de hierro, la rocosidad y pedregosidad son localmente
altas, la capacidad de retención de agua es muy baja y el riesgo de
erosión puede ser alto si ocurren en laderas con pendientes moderadas
o fuertes. En la zona del proyecto, el relieve es de muy poca
energía, excepto en el borde mismo de la altiplanicie, donde la
topografía pasa de plana o casi plana a extremadamente empinada, por
lo cual salvo por debajo de tales rupturas de pendiente, los suelos
son muy poco erosionables. No obstante, el espesor muy limitado de los
Litosoles hace que las pérdidas erosivas tolerables sean muy bajas y
por lo tanto las prácticas de uso deben ser muy conservacionistas. El
único uso posible es la ganadería muy extensiva y el mantenimiento
del tapiz natural, como práctica preventiva contra la erosión,
obliga a evitar cuidadosamente su degradación por sobrepastoreo. El
riesgo de sequía es la principal limitación permanente de los
Litosoles y es a su vez la causa de la baja productividad del tapiz
natural y de la imposibilidad de mejorarla en términos prácticos, al
menos bajo las condiciones de ganadería muy extensiva que predominan
en la zona. Estudios y estimaciones de la retención de agua por los
Litosoles permiten afirmar que ella varía en el entorno de 25 mm de
agua disponible para las plantas (considerando un espesor medio del
suelo de 15 cm), lo cual supone una capacidad casi siete veces menor
de la de los suelos profundos asociados a los Litosoles. La baja
retención de agua que caracteriza a estos suelos muy superficiales es
también responsable de los excesos anuales de agua que escurren sin
ser aprovechados por la vegetación puesto que los Litosoles se
saturan fácilmente y toda el agua adicional proveniente de la
precipitación, una vez saturado el suelo, se pierde rápidamente por
escurrimiento superficial. Este comportamiento hídrico de los
Litosoles hace que en las zonas donde son predominantes, en las
cuencas altas de los cursos de agua, se generen grandes escurrimientos
en los períodos lluviosos que dan lugar a las conocidas
"enchorradas" de la zona basáltica que provocan desborde de
los ríos, y deficiencias de agua en los períodos sin lluvia o con
fuerte evaporación que generan las fuertes sequías frecuentes en la
región.
- Suelos profundos - Asociados a los Litosoles de la altiplanicie
Masoller como componentes menores ocurren suelos profundos,
clasificados como Vertisoles Háplicos en su mayoría y como
Brunosoles Eutricos Típicos en menor proporción; estos suelos se
clasifican como Hapludertes Típicos y Argiudoles Vérticos en la
taxonomía del USDA. Los Vertisoles son suelos de más de 50 cm de
profundidad, que carecen de horizontes diagnósticos subsuperficiales
y que presentan caracteres "vérticos" tales como grietas
durante los períodos secos, caras de deslizamiento, autrogranulado en
el horizonte superficial y un microrelieve de montículos. Su textura
es uniformemente pesada (arcillosa o arcillo limosa), el color es
negro en todo el solum y el contenido de materia orgánica es
muy elevado. Otros suelos profundos o al menos moderadamente profundos
son los Brunosoles Eutricos. Cuando su profundidad es similar a la de
los Vertisoles, sus propiedades morfológicas, físicas y químicas no
difieren mayormente de las de los Vertisoles. La más significativa es
el perfil textural más diferenciado, siendo el horizonte superficial
de textura más liviana y observándose un horizonte B textural de
grado medio a mínimo de desarrollo. De todas maneras son suelos de
textura pesada, alto contenido de materia orgánica y baja acidez. Una
variante de estos Brunosoles Eutricos la constituyen suelos de
profundidad moderada a baja (30 a 50 cm), cuyas propiedades físicas y
químicas los asemejan a los Brunosoles de mayor espesor, pero que se
comportan hasta cierto punto como los Litosoles, hacia los que
representan intergrados, debido a su profundidad limitada. Los
Vertisoles y Brunosoles Eutricos de espesor por lo menos moderado son
suelos de alta fertilidad, buena profundidad de arraigamiento, alta
capacidad de retención de agua y bajo riesgo de erosión. Son los
suelos arables por excelencia del área basáltica, debido a las
características de su perfil y la inexistencia de afloramientos
rocosos o, a lo sumo, de una rocosidad muy baja, no limitante para el
uso de implementos agrícolas. Contrastan claramente con los Litosoles
en cuanto a su menor susceptibilidad a la sequía debido a su mayor
capacidad de retención de agua, la que es función directa de su
mayor profundidad. Los Vertisoles y Brunosoles pueden retener entre
140 y 170 mm de agua disponible para las plantas en un espesor de 1
metro; obviamente si el espesor total del suelo no alcanza a dicha
profundidad, la retención de agua es proporcionalmente menor. De
todas maneras estos suelos toleran mucho más las sequías que los
Litosoles y pueden producir forraje de mejor calidad y en mayor
cantidad que estos últimos. No obstante, en la altiplanicie Masoller
que bordea las nacientes de los valles escarpados, los Litosoles
dominan claramente sobre los Vertisoles y Brunosoles, por lo cual la
unidad AB posee en su conjunto una aptitud de uso ganadero muy
limitada, con posibilidades de intensificación en las áreas
relativamente reducidas ocupadas por los suelos más profundos.
- Suelos de los valles escarpados - Los valles escarpados están
constituidos por laderas de pendiente muy fuerte, mayor o mucho mayor
de 20 por ciento, y cuyo fondo es muy estrecho como para poder ser
separado como unidad independiente a la escala de trabajo. Su perfil
tiene por lo tanto una forma característica de V y en ellos predomina
netamente el fenómeno de erosión sobre el de sedimentación y el de
edafogénesis. Las laderas poseen un sustrato rocoso de basalto en la
parte superior y de arenisca en la parte inferior, salvo hacia las
nacientes de los valles - en la proximidad de la altiplanicie Masoller
- en donde el sustrato puede ser exclusivamente basáltico si el
entalle no ha sido de profundidad suficiente como para alcanzar a la
arenisca subyacente. El fondo del valle es muy estrecho y consiste de
roca expuesta por los fenómenos de disección o recubierta por un
espesor de escasa potencia de depósitos aluviales muy groseros,
formados por cantos fragmentos rocosos de 10 a 50 cm o más de
diámetro, poco rodados y sin depósitos recientes de granulometría
más fina. Las laderas de los valles escarpados presentan generalmente
una cobertura de materiales transportados a corta distancia,
principalmente por acción de la gravedad, de granulometría gruesa -
pedregosa o gravillosa - aunque localmente pueden observarse
sedimentos de textura más fina. La potencia de estos recubrimientos
es muy escasa y casi nunca supera un espesor de 1 metro, aunque varía
de manera pronunciada a cortas distancias. Como consecuencia, la
naturaleza de los suelos es también muy variable a cortas distancias,
pero pueden identificarse como dominantes a los Inceptisoles Umbricos,
asociados a Litosoles, Luvisoles y Acrisoles, generalmente de
profundidad moderada. En la taxonomía del USDA los Inceptisoles se
clasifican como Eutrudeptes, los Litosoles como Hapludoles Líticos
(mayoritariamente), los Luvisoles como Hapludalfes y los Acrisoles
como Hapludultes. Es muy difícil describir un perfil típico para los
Inceptisoles dominantes, debido a su fuerte variabilidad y a la
dificultad existente para su observación por razones de
accesibilidad, pero es frecuente que estos suelos posean 50 a 80 por
ciento en volumen de piedras, guijas y gravas; su textura es franco
arenosa y su color pardo muy oscuro. El contenido de materia orgánica
es muy variable también pero casi siempre igual o mayor de 2 por
ciento y su acidez es fuerte a moderada. Los Litosoles se asemejan a
los descritos en la unidad AB, aunque su espesor es generalmente algo
mayor, en tanto que los Luvisoles y Acrisoles, componente menores de
la asociación, se asemejan a los que se describen más adelante en la
unidad CA, aunque su espesor es siempre menor que éstos. El terreno
está en gran parte cubierto por vegetación forestal - el típico
monte nativo de quebradas - en cuyo caso es normal que por sobre la
superficie del suelo mineral exista un delgado horizonte orgánico de
restos vegetales (hojas) parcialmente descompuesto que forma el
típico mantillo de los suelos forestales. En buena parte del área,
sin embargo, las laderas que constituyen esta unidad presentan un
tapiz herbáceo de escaso valor forrajero y cuyo valor como cobertura
del suelo es muy inferior al del monte nativo. En estas zonas es
frecuente observar el efecto de la erosión hídrica en forma de
deslizamientos de tierra provocados por el movimiento en masa del
suelo, cuando está saturado de agua, por efecto de la gravedad debido
a las pendientes muy fuertes que caracterizan a esta unidad
cartográfica. La retención de agua de los suelos de los valles
escarpados es muy variable y si bien tiende a ser baja (40 a 50 mm de
disponible agua en los suelos franco arenosos), es frecuente la
existencia de vertientes y manantiales por los que afloran aguas más
profundas, lo que unido al ambiente umbrío y a la escasa insolación
(sobre todo en las laderas orientadas al sur) hace que el terreno sea
en general relativamente húmedo y que la capacidad de retención de
agua de los suelos no sea estrictamente representativa de la real
disponibilidad de humedad del suelo. Del punto de vista de la
capacidad de uso, la tierra no tiene casi aptitud ganadera por la
cobertura boscosa de gran parte de la superficie, por el escaso valor
forrajero de las pasturas naturales y por la alta susceptibilidad del
suelo a la erosión debido a la pendiente muy fuerte, la debilidad de
la estructura y el riesgo de los fenómenos de movimiento en masa ya
descriptos. Por lo mismo, su aptitud de uso agronómico productivo es
nula en las zonas de monte de quebradas y pastoril muy limitada en
aquellas partes del terreno con tapiz herbáceo. Su valor escénico es
en cambio muy elevado, lo que unido a la riqueza y representatividad
del monte indígena que la recubre lleva a concluir que su mayor valor
es el de regulación hídrica del caudal de los cauces que recorren
los valles escarpados, la recreación y la conservación de la
biodiversidad florística y faunística, lo que define a estos valles
como tierras cuya vocación natural es la conservación del ecosistema
que las caracteriza. La fragilidad de los suelos si se modifica el
tapiz vegetal obliga a que las prácticas de conservación deban ser
muy estrictas y que el uso agronómico con fines productivos quede
relegado frente al mencionado como área protegida. El terreno
presenta en buena parte del área valor para el uso forestal
artificial, pero la protección legal del monte indígena - aparte de
la que surge como una necesidad en función de los estudios
científicos llevados a cabo por equipos multidisciplinarios en la
zona - obliga a excluir a estas tierras de todo uso forestal con
especies exóticas. Por el contrario, la protección del monte
indígena de quebradas es la prioridad mayor en cuanto al uso de las
tierras de los valles escarpados. En algunas área puntuales, cuya
superficie es despreciable, pero cuya ubicación es en cambió
crítica - como por ejemplo en la Bajada de Pena, sobre la Ruta 30 -
se han abierto canteras para la extracción de material para
construcciones viales lo cual si bien resulta muy conveniente del
punto de vista de la ingeniería de caminos provoca un deterioro
escénico muy visible y un foco de desarrollo de fenómenos erosivos
en las tierras que rodean, aguas abajo a las zonas de extracción. Es
recomendable que tales canteras, que sin duda resultan necesarias para
el mejoramiento vial, sean abiertas donde no provoquen un impacto
ambiental tan negativo como cuando afectan áreas de valor escénico
elevado y sean manejadas con extrema cautela para evitar deterioros
erosivos adicionales. Asimismo es conveniente que sus dimensiones - en
cada caso individual - sean las mínimas posibles de tal manera que la
reconstrucción mínima del paisaje al fin de la explotación sea más
viable técnica y económicamente, lo que facilita la mitigación o
eliminación de su impacto ambiental desfavorable.
- Suelos de los valles aluviales - Esta unidad acompaña el curso
medio y/o inferior de los cursos de agua de la zona del proyecto y
corresponde a las planicies de inundación de los cauces y a terrazas
bajas y de poca extensión que los bordean. El material geológico es
de origen aluvial y de granulometría muy heterogénea, con predominio
de sedimentos finos o medios en la parte superior de las terrazas y
más groseros en la base de estas o en el lecho de los cauces
actuales. Un buen ejemplo de esta secuencia se observa en el Paso
Real, según ya se mencionó. El padrón de suelos es también muy
heterogéneo, debido a las variaciones locales de las condiciones de
sedimentación y a la diversidad de fuentes de los sedimentos
existentes. Los suelos dominantes pueden definirse como Fluvisoles,
pero también son frecuentes los Brunosoles e Inceptisoles, aunque las
diferencias entre ellos son más estrictamente taxonómicas que de
naturaleza y composición. Estos suelos se clasifican respectivamente
como Fluventes, Argiudoles y Eutrudeptes respectivamente en la
taxonomía del USDA. Un fenómeno muy frecuente es la existencia de
suelos bien o moderadamente bien desarrollados (por ejemplo
Brunosoles) enterrados por suelos aluviales más modernos, de grado
variable de desarrollo. Por ejemplo, en el Paso Real se observa en la
margen izquierda del Arroyo Lunarejo un perfil bien desarrollado de un
Brunosol con horizonte B argilúvico formado sobre un material areno
arcilloso calcáreo y de color pardo, el que está enterrado por un
suelo de unos 50 cm de espesor de color pardo muy oscuro y textura
franco arcillosa que puede clasificarse como un Brunosol sin horizonte
B argilúvico. Por debajo del suelo enterrado se observa un nivel de
cantos gruesos, también enterrados por lo tanto, lo que implica que
en el perfil completo hay 2 discontinuidades litológicas que
representan variaciones en el tiempo de las condiciones de
sedimentación. En la margen derecha del Paso Real se observa un
Brunosol oscuro sin horizonte B argilúvico apoyado directamente sobre
un nivel de cantos groseros; esta discontinuidad litológica es muy
evidente pero difiere de la descrita en la margen izquierda. Como
conclusión puede afirmarse que los valles aluviales presentan una
asociación compleja de suelos de origen aluvial, muy variable
horizontal y verticalmente, lo que dificulta la definición precisa
del padrón de suelos característico de esta unidad. Ella es sin
embargo muy homogénea y diferenciada del punto de vista
geomorfológico, lo que justifica claramente su identificación y
delineación en el mapa de suelos. Del punto de vista de su uso se
puede señalar como una de sus principales limitaciones al riesgo de
inundación, debido a su posición topográfica y al régimen
torrencial de los cursos de agua que la recorren en toda su
extensión, a lo que se agrega la irregularidad del padrón de suelos.
Parte del terreno está cubierta por monte indígena del tipo
"galería" mientras que en otros sectores el tapiz es
herbáceo, incluyendo zonas de pajonales. Si bien la mayor parte del
área del proyecto presenta una muy baja densidad de población rural,
los escasos habitantes de la zona están establecidos en viviendas
modestas construidas en los valles aluviales, por lo cual este tipo de
terreno es uno de los más afectados por la intervención del hombre;
a ello se agrega que los raros caminos que atraviesan la zona se
ubican a lo largo de estos valles, lo que incrementa la influencia
humana en su entorno. Esta intervención se manifiesta en la
existencia de pequeñas área dedicadas a la agricultura de
subsistencia, aparentemente mayores en el pasado que en la actualidad,
según surge de comparar las fotografías aéreas de 1967 con las
observaciones de campo. La otra evidencia de intervención humana es
la observada en el monte indígena, claramente más modificado por
acción del hombre que los montes de las quebradas propiamente dichas;
dicha modificación se origina por la tala parcial para obtención de
leña y madera para postes y construcciones, la que aún en la
actualidad parece ser bastante activa. En función de las
características del terreno y de las características sociológicas
del medio rural, su uso más recomendado es virtualmente el mismo de
la actualidad: agricultura y ganadería de subsistencia, utilización
del monte indígena - quizás con mayor control que en la actualidad -
y tránsito intrazonal, aunque este debería intensificarse de manera
controlada si el uso regional con fines recreativos y ecoturísticos
se desarrolla en el futuro, como debería esperarse en un área
protegida con los atractivos de la zona estudiada.
- Suelos de las colinas arenosas - Este tipo de terreno, formado por
colinas de ladera convexas y cortas o medias de 5 a 10 por ciento de
pendiente, ocurre en las tierras altas que separan las cuencas de los
cursos de agua de la zona, aguas debajo de los valles escarpados, es
decir en las tierras en que los cauces discurren a través de terrenos
ondulados, fuera de las quebradas que constituyen sus cursos superior
y medio. El sustrato rocoso, que casi no aflora en estas tierras salvo
en algunas rupturas de pendiente fuertes y convexas, corresponde a
areniscas de la formación Rivera. Los suelos son mayormente Acrisoles
y secundariamente Luvisoles e Inceptisoles. Los Acrisoles son suelos
profundos o muy profundos, con un horizonte A de alrededor de 60 o 70
cm de espesor, de color pardo oscuro y textura franco arenosa, por
debajo del cual aparece el horizonte B, de color pardo rojizo oscuro o
rojo oscuro y textura arcillo arenosa que se continúa hasta 1,5 o 2
metros de profundidad; a mayor profundidad se alcanza mediante una
transición gradual o abrupta la arenisca que constituye el material
parental del suelo. En la taxonomía del USDA, estos suelos se
clasifican como Hapludultes Típicos. Estos Acrisoles son suelos muy
ácidos (pH 5,0 - 5,2), bajo contenido de materia orgánica (2 por
ciento o menos) y muy baja fertilidad natural, pero presentan muy
buenas características físicas, sin limitaciones para el
arraigamiento de cultivos, pasturas o árboles y con un drenaje
natural bueno. La capacidad de retención de agua disponible en 1
metro de espesor es del orden de 100 a 110 mm de agua, lo que no
parece un valor muy alto y, en consecuencia no representaría una
reserva importante de agua para las plantas. Sin embargo, estos suelos
son los que mejor toleran las sequías en el país, como lo avala la
experiencia y el hecho de que las pasturas naturales que los cubre son
de ciclo marcadamente estival. Esta aparente incongruencia se explica
por el hecho de que la profundidad a que pueden llegar las raíces
supera fácilmente el espesor de 1 metro y por lo tanto el volumen de
suelo explorado por las mismas es mucho mayor. En dicho volumen, el
agua disponible supera las cifras citadas, pudiendo alcanzar a 200 mm
o más, por lo cual la resistencia a la sequía de estos suelos se
debe no solamente a su capacidad de retención de agua por unidad de
volumen sino al espesor explorable por las raíces, mucho mayor que en
otros suelos profundos del país. Los Luvisoles son suelos comparables
a los Acrisoles en su profundidad, secuencia de horizontes y textura,
pero el color es más oscuro en el horizonte A y menos rojizo en el
horizonte B, a la vez que su contenido de materia orgánica y su
fertilidad son ligeramente mayores y su acidez es algo menor, sobre
todo en los horizontes profundos. Por las observaciones realizadas
durante el trabajo de campo y los antecedentes conocidos en la zona de
las colinas arenosas, los Luvisoles son suelos mucho menos frecuentes
que los Acrisoles. Los Inceptisoles son suelos de 50 a 80 cm de
profundidad, color pardo grisáceo muy oscuro y textura franco arenosa
en el horizonte A, por debajo del cual aparece directamente el
horizonte C que es una arenisca de color blanquecino o amarillento,
medianamente alterada. Sus propiedades físicas y químicas son
comparables a las de los Acrisoles, pero su retención de agua es
menor porque el espesor es sensiblemente menor también que el de
aquellos suelos. Los Inceptisoles ocupan áreas menores del terreno y
generalmente bien localizadas, en las rupturas de pendiente convexas
muy acentuadas y en laderas fuertes y cortas, es decir en posiciones
donde la erosión natural (geológica) se opone a la formación de
suelos de mayor profundidad y desarrollo. En la taxonomía del USDA
los Luvisoles se clasifican como Hapludalfes Mólicos y los
Inceptisoles como Dystrudeptes. Los Acrisoles - suelos sin duda
dominantes en las colinas arenosas - son suelos de valor ganadero
limitado por la baja calidad y estacionalidad estival de sus pasturas
naturales y de escaso valor agrícola, sobre todo en explotaciones de
bajo nivel de tecnificación, por su baja fertilidad, fuerte acidez y
rápida disminución del contenido de materia orgánica bajo cultivo.
Son en cambio, por sus propiedades intrínsecas, los suelos de mayor
aptitud forestal del país, como lo prueba además el éxito de las
explotaciones forestales que han ocupado gran parte del área en que
ocurren estos suelos y que mantiene la tendencia a la expansión. Las
mismas consideraciones son válidas para los Luvisoles e Inceptisoles,
suelos asociados en menor proporción a los Acrisoles. El uso forestal
es por lo tanto uno de los más recomendables y en la zona de
ocurrencia de las colinas arenosas dicho uso no compite ni interfiere
con los recomendados para las otras unidades cartográficas del
levantamiento de suelos ya que dichos terrenos se localizan aguas
abajo de las quebradas que constituyen las zonas más frágiles a la
vez que de mayor interés para su conservación dentro de un área
protegida. El uso agrícola de las colinas arenosas es muy restringido
cuando se lo considera con propósitos no solamente productivos sino
conservacionistas, ya que los Acrisoles y suelos asociados son muy
susceptibles a la degradación y erosión bajo cultivo tradicional.
Ello es fácilmente observable en los alrededores de la villa de
Tranqueras donde el cultivo de sandía, maíz y algunos otros rubros
de subsistencia han provocado deterioros muy importantes a los suelos
en pocos años de uso agrícola. Si la situación actual no es de
gravedad extrema, ello se debe solamente a que el área afectada es
muy restringida por las condiciones socioeoconómicas en que se ha
llevado a cabo la agricultura - establecimientos muy pequeños - y no
porque la afectación puntual no haya sido severa.
5. Suelos de los cerros (buttes) - Los suelos
de la unidad Cr son comparables a los de los valles escarpados ya que el
material generador y el relieve son comparables a los de esa unidad. La
razón de la separación de este tipo de terreno como una unidad
cartográfica independiente es por sus valor paisajístico muy
característico dentro de la cuenca del Arroyo Lunarejo y de algunos de
sus afluentes. La diferencia más importante está en la cobertura
vegetal ya que los cerros presentan un tapiz dominantemente herbáceo,
con poco monte indígena. Esa cobertura es menos protectora que la del
bosque por lo cual están más expuestos a la erosión y los movimientos
en masa, la cual puede ser intensificada por el sobrepastoreo porque el
tapiz herbáceo - aunque de baja calidad - es más buscado por el
ganado. Por lo tanto, la protección de estas tierras requiere un
pastoreo muy controlado y evitar la apertura indiscriminada de canteras
para obtención de materiales, que en esta unidad es más accesible que
en los valles escarpados por la escasa cobertura arbórea.
Las unidades cartográficas se identifican en la
carta mediante letras mayúsculas connotativas del tipo fisiográfico a
que pertenece cada una de ellas, ya que la geomorfología fue el
principal criterio seguido para la delineación de las unidades
cartográficas por haberse detectado una relación muy estrecha entre la
geomorfología por un lado y la geología, la hidrología, el padrón de
suelos y las principales asociaciones de vegetación existentes en la
zona.
Las unidades cartográficas delineadas en el mapa
básico de suelos se analizaron del punto de vista de su aptitud de uso,
considerando las alternativas de uso agrícola, ganadero y forestal
admisibles en un área protegida de las características muy
particulares y casi únicas del valle del arroyo Lunarejo. El
agrupamiento se realizó sobre la base de las características
morfológicas y físicas de los suelos, así como de sus propiedades
químicas estimadas, la topografía del terreno, el drenaje natural, el
grado de rocosidad y pedregosidad y la vegetación natural arbórea que
ocupa gran parte del terreno. La erosión actual de los suelos se tomó
también en consideración por tratarse de un área muy sensible en
cuanto a su susceptibilidad a la erosión y a las necesidades
prioritarias de conservación que guían la elaboración de un plan de
manejo para un área destinada esencialmente a la protección de sus
valores naturales.
En tal sentido se tomaron también en consideración
los valores escénicos existentes en la mayor parte de la zona relevada
y que constituyen uno de sus mayores atractivos y por lo tanto de
protección asimismo prioritaria. |