1.3 Geología, geomorfología y suelos

 

El área estudiada en la cuenca del arroyo Lunarejo presenta una zonificación muy definida, cuyos elementos característicos corresponden a las diferentes geoformas que la componen y al sustrato geológico de cada una de ellas, el que a su vez es en buena medida el que ha condicionado la evolución del paisaje regional y los diversos componentes en que el mismo puede desagregarse.

El terreno está constituido por una superficie elevada de relieve plano y sustrato rocoso de naturaleza ígnea en la cual han sido excavados valles encajonados que se profundizan y ensanchan desde las nacientes - en el borde de aquella superficie - aguas abajo hasta alcanzar una superficie de menor altitud constituida por colinas sedimentarias en la que los valles aluviales que discurren a través de ella presentan un grado de disección mucho menor pero un ancho considerablemente mayor que en su tramo superior entallado en las rocas ígneas mencionadas.

Las diferentes unidades geomorfológicas identificadas en la zona de trabajo son las siguientes.

  1. Altiplanicie Masoller. Esta unidad se extiende desde el límite norte (Cuchilla Negra) hacia el sur y desde el límite oeste (Cuchilla de Haedo) hacia el este y toma su nombre del poblado de Masoller. Esta superficie se encuentra situada a una altitud de 350 m (nacientes del Arroyo Rubio Chico o de la Guardia) a 330 m (Masoller) en los puntos más elevados de la divisoria con cuencas vecinas hasta unos 280 - 320 m en las nacientes de la mayoría de los valles principales que se inician en su borde sur (arroyos Lunarejo y Gajo del Lunarejo y cañadas de las Yeguas, de los Difuntos, de Eduardo y de los Molles).
  2. Su relieve es casi plano, con muy escaso desnivel hacia el sur y hacia el este y su sustrato está constituido por basaltos de la formación Arapey, de la cual se puede observar más de una colada: seguramente dos en la altiplanicie propiamente dicha y una inferior a ambas en parte de los valles de disección que recortan su borde. Este borde, con orientación hacia el este y el sur tiene forma de una escarpa abrupta y empinada, con un fuerte desnivel hacia superficies inferiores y está muy recortado por entalles excavados por los cursos de agua que se profundizan rápidamente, aguas debajo de sus nacientes.

    Esta altiplanicie ha sido definida por Antón (1975 a y b) como el remanente de una superficie de aplanamiento de edad terciaria, aunque dicha interpretación ha sido también cuestionada señalándose que esta superficie - así como otras identificadas en el área basáltica del norte uruguayo - serían quizás de origen estructural y no erosivo. El nombre ha sido propuesto por el autor indicado y aceptado como identificación de una unidad de la Carta de Reconocimiento de Suelos del Uruguay (MAP/DSF, 1976) porque define adecuadamente una región natural del país, con una topografía y una asociación de suelos características. Se trata de una superficie estable con escaso potencial morfogenético debido a su carácter casi tabular.

  3. Valles escarpados - Esta unidad comprende el tramo superior de los valles excavados por los principales cursos de agua de la zona, donde éstos han disectado enérgicamente la altiplanicie basáltica dando lugar a las conocidas "quebradas" como se conocen estos valles en el lenguaje popular. Se trata de profundas incisiones entalladas en la roca basáltica y también en la arenisca que ocurre por debajo del basalto, salvo en las propias nacientes de los arroyos, donde la profundidad del entalle no alcanza la profundidad suficiente como para llegar hasta la arenisca.
  4. A una escala regional de trabajo, estos valles constituyen en su conjunto la gran unidad geomorfológica denominada "frente de escarpa basáltica" (Durán, 1991) y forma una escarpa abrupta, con terrenos de disección asociados y colinas de relieve fuerte, donde predominan pendientes muy acentuadas, con sustrato de areniscas triásicas, a menudo removilizadas y mezcladas con materiales basálticos provenientes de las zonas más altas.

    La secuencia de valles escarpados, de los cuales los considerados en este estudio son solamente una parte, le otorga al borde de la altiplanice basáltica en la que se originan una forma muy recortada e irregular, fácilmente visible en fotografías aéreas e imágenes satelizarais. Esas irregularidades en el borde de la escarpa dan el nombre de quebradas a estos valles.

    Los valles escarpados presentan laderas muy fuertes, a menudo con declive mayor al 100 por ciento, que están recubiertas de manera discontinua por materiales coluvies de poca potencia y de granulometría muy variable pero normalmente con abundancia de fragmentos gruesos (piedras, guijarros, cascajos) de hasta varias decenas de cm de diámetro y de formas angulosas o subangulosas, indicativas de transporte a poca distancia de la fuente.

    En las laderas de los valles se observa normalmente una o más escarpas formadas por afloramientos rocosos de basalto o de arenisca silicificada o vitrificada por el contacto con las lavas básicas con las que están en contacto. En las proximidades de sus nacientes estos valles son de fondo muy estrecho y pendiente fuerte e irregular, con frecuentes desniveles abruptos aunque de escasa altura (resaltos). En ellos el agua fluye directamente sobre la roca o sobre delgados depósitos aluviales de tipo torrencial con dominancia absoluta de material detrítico grueso, casi sin partículas finas, debido a la fuerte capacidad de transporte de la corriente. Aguas abajo la pendiente del cauce se hace menor, el fondo del valle se ensancha y la sedimentación incluye materiales de granulometría más variada, observándose a menudo que los depósitos gruesos (cantos más o menos rodados) están recubiertos por aluviones de texturas areno arcillosas que llegan a conformar pequeñas terrazas de poca altura; el fondo del lecho sin embargo está normalmente tapizado de depósitos muy groseros, como puede verse por ejemplo en el Paso Real. A modo de ejemplo se puede mencionar que el cauce del Arroyo Lunarejo posee una pendiente ligeramente superior a 1% en el tramo de unos 17 km comprendido entre sus nacientes y el Paso Real y que en los primeros 10 km - hasta la desembocadura de la Cañada de las Yeguas - la pendiente del arroyo es aún mayor, alcanzando casi al 1,5%. Tales pendientes son exclusivamente propias de cursos de agua como los de las quebradas de la región - y de otras áreas serranas muy fuertemente entalladas - y superan ampliamente la pendiente normal de la gran mayoría de los cauces del país.

    Las laderas de los valles escarpados están en gran parte recubiertas por un estrato arbóreo denso y continuo de monte indígena que constituye un rasgo muy característico de estas quebradas. No obstante, buena parte de las laderas están cubiertas por un tapiz herbáceo de porte bajo que incluye localmente hierbas de porte alto. En las laderas de mayor pendiente y tapiz herbáceo se observan con frecuencia evidencias de movimientos en masa del suelo, una forma de erosión poco común en el país, ya que su desarrollo requiere la existencia de suelos poco profundos y declives muy acentuados. Tales condiciones no ocurren en el país sino en topositios bastante localizados, uno de los cuales es justamente el que ocurre en las laderas de los valles escarpados de la zona del proyecto. Los valles escarpados constituyen una superficie inestable, con fuerte potencial morfogenético debido a las laderas muy empinadas que los constituyen; la erodabilidad del suelo puede incrementarse muy fuertemente ante cualquier deterioro de la cobertura vegetal que lo protege.

  5. Valles aluviales - Este tipo de terreno ocurre en el fondo de los valles escarpados cuando estos tienen un ancho suficientemente importante y una pendiente suficientemente escasa como para permitir el predominio de los fenómenos de sedimentación de materiales finos o relativamente finos sobre los de erosión o acumulación de detritos muy groseros. Tales condiciones se dan por ejemplo en el cauce inferior del Arroyo Lunarejo, entre el Paso Real y su desembocadura en el Río Tacuarembó, donde en una distancia aproximada a los 18 km se observa un desnivel de apenas 10 m, lo que representa una pendiente media de 0,06%, un valor muy inferior para la pendiente ya mencionada de este arroyo aguas arriba del Paso Real. En tales condiciones se produce el relleno aluvial de los valles con sedimentos de la naturaleza indicada; en estos casos el fondo es plano y da lugar al desarrollo de formas constructivas (terrazas bajas) en vez de erosivas y se posibilita la formación de suelos de características muy variables a cortas distancias en función de la variabilidad de la sedimentación.
  6. Parte de estos valles aluviales posee una cobertura boscosa (monte galería) mientras que en otras partes se observa un tapiz herbáceo y de pajonales. En algunas de estas terrazas bajas que bordean los cursos de agua a la salida de las quebradas propiamente dichas (o donde estas se ensanchan de manera significativa) se ha desarrollado algo de agricultura, mayormente por parte de pequeños productores, incluyendo algunas pocas chacras dedicadas al cultivo del arroz.

    La comparación de las fotografías aéreas utilizadas en el levantamiento de suelos, tomadas en 1967, con las observaciones de campo realizadas en el invierno de 1999 permite concluir que el área de cultivos es actualmente más reducida de lo que lo fue en el pasado.

    Los valles aluviales constituyen formas constructivas en las que se han acumulado sedimentos de granulometría muy variable en el espacio y en el tiempo, pero en la actualidad pueden considerarse como terrenos dominantemente estables, salvo por entalles o depósitos locales provocados por los cursos de agua.

  7. Colinas arenosas - Esta unidad ocupa no muy significativa, al sur del poblado La Palma, entre los Arroyos Buen Retiro y Lunarejo y entre este último y el Rubio Chico o de la Guardia y corresponde a terrenos situados ya fuera de la zona de valles escarpados (quebradas). Su relieve es de colinas bajas, de laderas cortas a medias y pendientes de 5 a 12% de declive en la gran mayoría de los casos; no existen prácticamente afloramientos rocosos y el sustrato está formado por areniscas triásicas de la formación Rivera. Estos terrenos poseen una cobertura herbácea de porte alto, constituida por pasturas estivales de calidad regular y fuerte estacionalidad en su producción forrajera.
  8. La mayor parte de la agricultura de la zona se ha desarrollado en estos terrenos bajo forma de chacras de pequeño tamaño dedicadas al cultivo de sandía, maíz y otros rubros destinados fundamentalmente a subsistencia. En los últimos años la forestación artificial con eucaliptos y pinos se ha convertido en el principal aprovechamiento de la tierra. En las chacras destinadas a cultivos es común observar grados importantes de erosión y degradación del suelo, cuya cobertura vegetal cuando no están plantadas con los rubros mencionados es muy rala y sin valor forrajero. Las colinas arenosas constituyen terrenos de erosión y acumulación y son estables en su condición natural bajo tapiz herbáceo, pero poseen un potencial erosivo importante cuando el suelo queda descubierto y expuesto al impacto de las gotas de lluvia y al escurrimiento superficial.

  9. Cerros - Esta unidad se ha separado basándose en criterios geomorfológicos pero también paisajistas porque este último elemento se considera importante para la formulación del proyecto de área protegida. Corresponde a colinas aisladas cuyo origen se debe muy probablemente a la erosión geológica de los bordes de la altiplanicie basáltica que dio lugar a cerros separados de ella por gargantas a veces estrechas pero en ocasiones más amplias. En el primer caso los cerros se vinculan claramente a la altiplanicie, en tanto que en segundo se destacan como componentes prominentes del paisaje al estar más separados de la altiplanicie y de las laderas de los valles escarpados. El terreno consiste de cerros de forma cónica (buttes), a veces casi perfecta y otras más irregular, con una cumbre muy estrecha de forma plana y laderas de declive muy fuerte, con pendientes comparables a las de los valles escarpados. El substrato geológico es similar al de dichas laderas.

En el área del proyecto se identifican tres materiales geológicos principales.

En la unidad de altiplanicie que domina en las tierras más altas el material parental de los suelos está constituido por basaltos de la formación Arapey, de los que se han observado varias coladas según se mencionó. Al menos tres pueden ser identificadas en las fotografías aéreas, lo cual coincide con las conclusiones alcanzadas por estudios anteriores en la zona.* Se trata de basaltos de grano fino y color oscuro que afloran abundantemente, sobre todo en las cornisas y escarpas del borde de la altiplanicie, pero asimismo en forma de "lozas" que ocupan parte de la superficie del terreno sin dar afloramientos prominentes. También se observa material basáltico medianamente alterado en forma de cantos redondeados y subangulosos que tapizan parte de la superficie del suelo, con mayor frecuencia también en los bordes de la altiplanicie de Masoller. El basalto da lugar a la formación de suelos de profundidad variable, textura fina, color oscuro y buena fertilidad.

* Véase por ejemplo "Cuenca Superior del Arroyo Lunarejo" publicado por DINAMA/UICN/Sociedad Zoológica del Uruguay (1998).

El segundo material geológico corresponde a las areniscas de la formación Rivera (antes denominadas de Tacuarembó), constituidas por material detrítico de naturaleza dominantemente cuarzosa, con tenores variables de feldespatos y algunos minerales densos característicos (circón, turmalina y estaurolita). Las areniscas presentan un tamaño de grano muy uniforme con claro predominio de las fracciones de diámetro de partículas de 250 a 100 µm y de 100 a 50 µm; no existen normalmente granos de diámetro mayor a 250 µm y el contenido de limo (partículas de 2 - 50µm) es muy bajo. La arenisca está libre de carbonato de calcio y da lugar a la formación de suelos de desarrollo variable, ácidos, de textura liviana y baja fertilidad.

El tercer material geológico corresponde a los depósitos aluviales modernos y recientes que ocurren en forma de una franja de ancho variable a lo largo de los cursos de agua que atraviesan la zona. Estos aluviones son de textura variable, tanto vertical como horizontalmente, aún en cortas distancias, pero se observa sin embargo una zonificación de los mismos por granulometría, la que es más gruesa cuanto mayor la pendiente del cauce, lo que ocurre en los cursos superiores, según se mencionó en el capítulo sobre Geomorfología. En estos tramos, los cauces está recubiertos de clastos gruesos de basalto y a veces de areniscas duras, de escaso grado de redondeamiento, indicativo de un transporte limitado, a poca distancia de la fuente de detritos. En algunas zonas donde la pendiente local de los cursos de agua es muy fuerte no hay acumulación aluvial y el lecho fluvial está constituido directamente por el sustrato rocoso entallado, sin cobertura sedimentaria alguna. Aguas abajo ocurren sedimentos de granulometría más fina, a veces con contenidos significativos de carbonato de calcio, pero de bajo de los cuales es frecuente observar - si existen desmontes naturales apropiados - depósitos de cantos gruesos como los descritos. En las zonas de sedimentación fina, pueden observarse terrazas bajas de escasa amplitud y poco desnivel con el cauce actual de los cursos de agua.

Las asociaciones de suelos identificadas en la zona del proyecto coinciden con las grandes unidades geomorfológicas reconocidas en la misma, ya que estas constituyen la base para la delineación de aquellas. Por otra parte, siendo el objetivo del estudio la formulación de un plan de manejo para un área protegida, la valoración y preservación de sus valores escénicos pasa a ser un objetivo esencial del estudio y puesto que tales valores escénicos se asocian claramente a la geomorfología de la zona, las unidades geomorfológicas son necesariamente un elemento básico para la subdivisión de aquella en áreas homogéneas para la definición de su uso, manejo y conservación. Por lo tanto, las unidades geomorfológicas serán la base sobre las que se definen, caracterizan y analizan los suelos del punto de vista de su utilización actual y recomendada.

Los suelos se describen según su morfología y propiedades físicas y químicas más importantes. La clasificación natural empleada para ubicarlos taxonómicamente es la vigente en el país (Altamirano et al., 1976), pero con fines de correlación internacional y de mayor accesibilidad de la terminología a lectores no familiarizados con dicho sistema se indica también la clasificación según el sistema de EE.UU., de amplia difusión fuera del país.

  1. Suelos de la altiplanicie Masoller
  1. Suelos superficiales - Los suelos superficiales, ampliamente dominantes en la altiplanicie, se definen por una profundidad menor a 30 cm hasta la roca consolidada (contacto lítico) y poseen por lo común solamente un horizonte A, aunque ocasionalmente pueda observarse un horizonte B incipiente. Se clasifican como Litosoles Eutricos Melánicos o Litosoles Eutricos Ocricos según la naturaleza del horizonte diagnóstico superficial. Típicamente presentan un horizonte A de 3 a 20 cm de espesor - ocasionalmente algo mayor - de color pardo rojizo muy oscuro a negro y textura franco arcillosa o franco arcillo limosa, a veces algo gravillosa o al menos con algunos fragmentos gruesos de roca parcialmente meteorizada. Estos suelos poseen un pH mediana a ligeramente ácido (6,0 - 6,2) y un contenido elevado de materia orgánica, del orden de 5 a 6 por ciento. Los Litosoles Eutricos Melánicos poseen un horizonte A de espesor mayor a 10 cm por encima del contacto lítico (por definición) y son, en promedio, de color más oscuro o menos rojizo que los Litosoles Eutricos Ocricos, cuyo espesor hasta la roca basáltica es de menos de 10 cm y cuyo color es a menudo más rojizo o más claro o ambos rasgos a la vez. Los Litosoles se clasifican como Hapludoles Líticos en su mayoría y como Udorthentes Líticos si son extremadamente superficiales según la taxonomía de suelos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Los Litosoles se clasifican como Hapludoles Líticos, en su mayoría o como Udorthentes Líticos si son extremadamente superficiales (o menos frecuentemente de color muy claro) según la taxonomía de suelos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Ambas Subclases de Litosoles son muy semejantes en casi todas las restantes propiedades físicas y químicas. La fertilidad es alta o media a alta, aunque la capacidad de fijación de fósforo es alta debido al contenido bastante elevado de óxidos de hierro, la rocosidad y pedregosidad son localmente altas, la capacidad de retención de agua es muy baja y el riesgo de erosión puede ser alto si ocurren en laderas con pendientes moderadas o fuertes. En la zona del proyecto, el relieve es de muy poca energía, excepto en el borde mismo de la altiplanicie, donde la topografía pasa de plana o casi plana a extremadamente empinada, por lo cual salvo por debajo de tales rupturas de pendiente, los suelos son muy poco erosionables. No obstante, el espesor muy limitado de los Litosoles hace que las pérdidas erosivas tolerables sean muy bajas y por lo tanto las prácticas de uso deben ser muy conservacionistas. El único uso posible es la ganadería muy extensiva y el mantenimiento del tapiz natural, como práctica preventiva contra la erosión, obliga a evitar cuidadosamente su degradación por sobrepastoreo. El riesgo de sequía es la principal limitación permanente de los Litosoles y es a su vez la causa de la baja productividad del tapiz natural y de la imposibilidad de mejorarla en términos prácticos, al menos bajo las condiciones de ganadería muy extensiva que predominan en la zona. Estudios y estimaciones de la retención de agua por los Litosoles permiten afirmar que ella varía en el entorno de 25 mm de agua disponible para las plantas (considerando un espesor medio del suelo de 15 cm), lo cual supone una capacidad casi siete veces menor de la de los suelos profundos asociados a los Litosoles. La baja retención de agua que caracteriza a estos suelos muy superficiales es también responsable de los excesos anuales de agua que escurren sin ser aprovechados por la vegetación puesto que los Litosoles se saturan fácilmente y toda el agua adicional proveniente de la precipitación, una vez saturado el suelo, se pierde rápidamente por escurrimiento superficial. Este comportamiento hídrico de los Litosoles hace que en las zonas donde son predominantes, en las cuencas altas de los cursos de agua, se generen grandes escurrimientos en los períodos lluviosos que dan lugar a las conocidas "enchorradas" de la zona basáltica que provocan desborde de los ríos, y deficiencias de agua en los períodos sin lluvia o con fuerte evaporación que generan las fuertes sequías frecuentes en la región.
  2. Suelos profundos - Asociados a los Litosoles de la altiplanicie Masoller como componentes menores ocurren suelos profundos, clasificados como Vertisoles Háplicos en su mayoría y como Brunosoles Eutricos Típicos en menor proporción; estos suelos se clasifican como Hapludertes Típicos y Argiudoles Vérticos en la taxonomía del USDA. Los Vertisoles son suelos de más de 50 cm de profundidad, que carecen de horizontes diagnósticos subsuperficiales y que presentan caracteres "vérticos" tales como grietas durante los períodos secos, caras de deslizamiento, autrogranulado en el horizonte superficial y un microrelieve de montículos. Su textura es uniformemente pesada (arcillosa o arcillo limosa), el color es negro en todo el solum y el contenido de materia orgánica es muy elevado. Otros suelos profundos o al menos moderadamente profundos son los Brunosoles Eutricos. Cuando su profundidad es similar a la de los Vertisoles, sus propiedades morfológicas, físicas y químicas no difieren mayormente de las de los Vertisoles. La más significativa es el perfil textural más diferenciado, siendo el horizonte superficial de textura más liviana y observándose un horizonte B textural de grado medio a mínimo de desarrollo. De todas maneras son suelos de textura pesada, alto contenido de materia orgánica y baja acidez. Una variante de estos Brunosoles Eutricos la constituyen suelos de profundidad moderada a baja (30 a 50 cm), cuyas propiedades físicas y químicas los asemejan a los Brunosoles de mayor espesor, pero que se comportan hasta cierto punto como los Litosoles, hacia los que representan intergrados, debido a su profundidad limitada. Los Vertisoles y Brunosoles Eutricos de espesor por lo menos moderado son suelos de alta fertilidad, buena profundidad de arraigamiento, alta capacidad de retención de agua y bajo riesgo de erosión. Son los suelos arables por excelencia del área basáltica, debido a las características de su perfil y la inexistencia de afloramientos rocosos o, a lo sumo, de una rocosidad muy baja, no limitante para el uso de implementos agrícolas. Contrastan claramente con los Litosoles en cuanto a su menor susceptibilidad a la sequía debido a su mayor capacidad de retención de agua, la que es función directa de su mayor profundidad. Los Vertisoles y Brunosoles pueden retener entre 140 y 170 mm de agua disponible para las plantas en un espesor de 1 metro; obviamente si el espesor total del suelo no alcanza a dicha profundidad, la retención de agua es proporcionalmente menor. De todas maneras estos suelos toleran mucho más las sequías que los Litosoles y pueden producir forraje de mejor calidad y en mayor cantidad que estos últimos. No obstante, en la altiplanicie Masoller que bordea las nacientes de los valles escarpados, los Litosoles dominan claramente sobre los Vertisoles y Brunosoles, por lo cual la unidad AB posee en su conjunto una aptitud de uso ganadero muy limitada, con posibilidades de intensificación en las áreas relativamente reducidas ocupadas por los suelos más profundos.
  1. Suelos de los valles escarpados - Los valles escarpados están constituidos por laderas de pendiente muy fuerte, mayor o mucho mayor de 20 por ciento, y cuyo fondo es muy estrecho como para poder ser separado como unidad independiente a la escala de trabajo. Su perfil tiene por lo tanto una forma característica de V y en ellos predomina netamente el fenómeno de erosión sobre el de sedimentación y el de edafogénesis. Las laderas poseen un sustrato rocoso de basalto en la parte superior y de arenisca en la parte inferior, salvo hacia las nacientes de los valles - en la proximidad de la altiplanicie Masoller - en donde el sustrato puede ser exclusivamente basáltico si el entalle no ha sido de profundidad suficiente como para alcanzar a la arenisca subyacente. El fondo del valle es muy estrecho y consiste de roca expuesta por los fenómenos de disección o recubierta por un espesor de escasa potencia de depósitos aluviales muy groseros, formados por cantos fragmentos rocosos de 10 a 50 cm o más de diámetro, poco rodados y sin depósitos recientes de granulometría más fina. Las laderas de los valles escarpados presentan generalmente una cobertura de materiales transportados a corta distancia, principalmente por acción de la gravedad, de granulometría gruesa - pedregosa o gravillosa - aunque localmente pueden observarse sedimentos de textura más fina. La potencia de estos recubrimientos es muy escasa y casi nunca supera un espesor de 1 metro, aunque varía de manera pronunciada a cortas distancias. Como consecuencia, la naturaleza de los suelos es también muy variable a cortas distancias, pero pueden identificarse como dominantes a los Inceptisoles Umbricos, asociados a Litosoles, Luvisoles y Acrisoles, generalmente de profundidad moderada. En la taxonomía del USDA los Inceptisoles se clasifican como Eutrudeptes, los Litosoles como Hapludoles Líticos (mayoritariamente), los Luvisoles como Hapludalfes y los Acrisoles como Hapludultes. Es muy difícil describir un perfil típico para los Inceptisoles dominantes, debido a su fuerte variabilidad y a la dificultad existente para su observación por razones de accesibilidad, pero es frecuente que estos suelos posean 50 a 80 por ciento en volumen de piedras, guijas y gravas; su textura es franco arenosa y su color pardo muy oscuro. El contenido de materia orgánica es muy variable también pero casi siempre igual o mayor de 2 por ciento y su acidez es fuerte a moderada. Los Litosoles se asemejan a los descritos en la unidad AB, aunque su espesor es generalmente algo mayor, en tanto que los Luvisoles y Acrisoles, componente menores de la asociación, se asemejan a los que se describen más adelante en la unidad CA, aunque su espesor es siempre menor que éstos. El terreno está en gran parte cubierto por vegetación forestal - el típico monte nativo de quebradas - en cuyo caso es normal que por sobre la superficie del suelo mineral exista un delgado horizonte orgánico de restos vegetales (hojas) parcialmente descompuesto que forma el típico mantillo de los suelos forestales. En buena parte del área, sin embargo, las laderas que constituyen esta unidad presentan un tapiz herbáceo de escaso valor forrajero y cuyo valor como cobertura del suelo es muy inferior al del monte nativo. En estas zonas es frecuente observar el efecto de la erosión hídrica en forma de deslizamientos de tierra provocados por el movimiento en masa del suelo, cuando está saturado de agua, por efecto de la gravedad debido a las pendientes muy fuertes que caracterizan a esta unidad cartográfica. La retención de agua de los suelos de los valles escarpados es muy variable y si bien tiende a ser baja (40 a 50 mm de disponible agua en los suelos franco arenosos), es frecuente la existencia de vertientes y manantiales por los que afloran aguas más profundas, lo que unido al ambiente umbrío y a la escasa insolación (sobre todo en las laderas orientadas al sur) hace que el terreno sea en general relativamente húmedo y que la capacidad de retención de agua de los suelos no sea estrictamente representativa de la real disponibilidad de humedad del suelo. Del punto de vista de la capacidad de uso, la tierra no tiene casi aptitud ganadera por la cobertura boscosa de gran parte de la superficie, por el escaso valor forrajero de las pasturas naturales y por la alta susceptibilidad del suelo a la erosión debido a la pendiente muy fuerte, la debilidad de la estructura y el riesgo de los fenómenos de movimiento en masa ya descriptos. Por lo mismo, su aptitud de uso agronómico productivo es nula en las zonas de monte de quebradas y pastoril muy limitada en aquellas partes del terreno con tapiz herbáceo. Su valor escénico es en cambio muy elevado, lo que unido a la riqueza y representatividad del monte indígena que la recubre lleva a concluir que su mayor valor es el de regulación hídrica del caudal de los cauces que recorren los valles escarpados, la recreación y la conservación de la biodiversidad florística y faunística, lo que define a estos valles como tierras cuya vocación natural es la conservación del ecosistema que las caracteriza. La fragilidad de los suelos si se modifica el tapiz vegetal obliga a que las prácticas de conservación deban ser muy estrictas y que el uso agronómico con fines productivos quede relegado frente al mencionado como área protegida. El terreno presenta en buena parte del área valor para el uso forestal artificial, pero la protección legal del monte indígena - aparte de la que surge como una necesidad en función de los estudios científicos llevados a cabo por equipos multidisciplinarios en la zona - obliga a excluir a estas tierras de todo uso forestal con especies exóticas. Por el contrario, la protección del monte indígena de quebradas es la prioridad mayor en cuanto al uso de las tierras de los valles escarpados. En algunas área puntuales, cuya superficie es despreciable, pero cuya ubicación es en cambió crítica - como por ejemplo en la Bajada de Pena, sobre la Ruta 30 - se han abierto canteras para la extracción de material para construcciones viales lo cual si bien resulta muy conveniente del punto de vista de la ingeniería de caminos provoca un deterioro escénico muy visible y un foco de desarrollo de fenómenos erosivos en las tierras que rodean, aguas abajo a las zonas de extracción. Es recomendable que tales canteras, que sin duda resultan necesarias para el mejoramiento vial, sean abiertas donde no provoquen un impacto ambiental tan negativo como cuando afectan áreas de valor escénico elevado y sean manejadas con extrema cautela para evitar deterioros erosivos adicionales. Asimismo es conveniente que sus dimensiones - en cada caso individual - sean las mínimas posibles de tal manera que la reconstrucción mínima del paisaje al fin de la explotación sea más viable técnica y económicamente, lo que facilita la mitigación o eliminación de su impacto ambiental desfavorable.
  2. Suelos de los valles aluviales - Esta unidad acompaña el curso medio y/o inferior de los cursos de agua de la zona del proyecto y corresponde a las planicies de inundación de los cauces y a terrazas bajas y de poca extensión que los bordean. El material geológico es de origen aluvial y de granulometría muy heterogénea, con predominio de sedimentos finos o medios en la parte superior de las terrazas y más groseros en la base de estas o en el lecho de los cauces actuales. Un buen ejemplo de esta secuencia se observa en el Paso Real, según ya se mencionó. El padrón de suelos es también muy heterogéneo, debido a las variaciones locales de las condiciones de sedimentación y a la diversidad de fuentes de los sedimentos existentes. Los suelos dominantes pueden definirse como Fluvisoles, pero también son frecuentes los Brunosoles e Inceptisoles, aunque las diferencias entre ellos son más estrictamente taxonómicas que de naturaleza y composición. Estos suelos se clasifican respectivamente como Fluventes, Argiudoles y Eutrudeptes respectivamente en la taxonomía del USDA. Un fenómeno muy frecuente es la existencia de suelos bien o moderadamente bien desarrollados (por ejemplo Brunosoles) enterrados por suelos aluviales más modernos, de grado variable de desarrollo. Por ejemplo, en el Paso Real se observa en la margen izquierda del Arroyo Lunarejo un perfil bien desarrollado de un Brunosol con horizonte B argilúvico formado sobre un material areno arcilloso calcáreo y de color pardo, el que está enterrado por un suelo de unos 50 cm de espesor de color pardo muy oscuro y textura franco arcillosa que puede clasificarse como un Brunosol sin horizonte B argilúvico. Por debajo del suelo enterrado se observa un nivel de cantos gruesos, también enterrados por lo tanto, lo que implica que en el perfil completo hay 2 discontinuidades litológicas que representan variaciones en el tiempo de las condiciones de sedimentación. En la margen derecha del Paso Real se observa un Brunosol oscuro sin horizonte B argilúvico apoyado directamente sobre un nivel de cantos groseros; esta discontinuidad litológica es muy evidente pero difiere de la descrita en la margen izquierda. Como conclusión puede afirmarse que los valles aluviales presentan una asociación compleja de suelos de origen aluvial, muy variable horizontal y verticalmente, lo que dificulta la definición precisa del padrón de suelos característico de esta unidad. Ella es sin embargo muy homogénea y diferenciada del punto de vista geomorfológico, lo que justifica claramente su identificación y delineación en el mapa de suelos. Del punto de vista de su uso se puede señalar como una de sus principales limitaciones al riesgo de inundación, debido a su posición topográfica y al régimen torrencial de los cursos de agua que la recorren en toda su extensión, a lo que se agrega la irregularidad del padrón de suelos. Parte del terreno está cubierta por monte indígena del tipo "galería" mientras que en otros sectores el tapiz es herbáceo, incluyendo zonas de pajonales. Si bien la mayor parte del área del proyecto presenta una muy baja densidad de población rural, los escasos habitantes de la zona están establecidos en viviendas modestas construidas en los valles aluviales, por lo cual este tipo de terreno es uno de los más afectados por la intervención del hombre; a ello se agrega que los raros caminos que atraviesan la zona se ubican a lo largo de estos valles, lo que incrementa la influencia humana en su entorno. Esta intervención se manifiesta en la existencia de pequeñas área dedicadas a la agricultura de subsistencia, aparentemente mayores en el pasado que en la actualidad, según surge de comparar las fotografías aéreas de 1967 con las observaciones de campo. La otra evidencia de intervención humana es la observada en el monte indígena, claramente más modificado por acción del hombre que los montes de las quebradas propiamente dichas; dicha modificación se origina por la tala parcial para obtención de leña y madera para postes y construcciones, la que aún en la actualidad parece ser bastante activa. En función de las características del terreno y de las características sociológicas del medio rural, su uso más recomendado es virtualmente el mismo de la actualidad: agricultura y ganadería de subsistencia, utilización del monte indígena - quizás con mayor control que en la actualidad - y tránsito intrazonal, aunque este debería intensificarse de manera controlada si el uso regional con fines recreativos y ecoturísticos se desarrolla en el futuro, como debería esperarse en un área protegida con los atractivos de la zona estudiada.
  3. Suelos de las colinas arenosas - Este tipo de terreno, formado por colinas de ladera convexas y cortas o medias de 5 a 10 por ciento de pendiente, ocurre en las tierras altas que separan las cuencas de los cursos de agua de la zona, aguas debajo de los valles escarpados, es decir en las tierras en que los cauces discurren a través de terrenos ondulados, fuera de las quebradas que constituyen sus cursos superior y medio. El sustrato rocoso, que casi no aflora en estas tierras salvo en algunas rupturas de pendiente fuertes y convexas, corresponde a areniscas de la formación Rivera. Los suelos son mayormente Acrisoles y secundariamente Luvisoles e Inceptisoles. Los Acrisoles son suelos profundos o muy profundos, con un horizonte A de alrededor de 60 o 70 cm de espesor, de color pardo oscuro y textura franco arenosa, por debajo del cual aparece el horizonte B, de color pardo rojizo oscuro o rojo oscuro y textura arcillo arenosa que se continúa hasta 1,5 o 2 metros de profundidad; a mayor profundidad se alcanza mediante una transición gradual o abrupta la arenisca que constituye el material parental del suelo. En la taxonomía del USDA, estos suelos se clasifican como Hapludultes Típicos. Estos Acrisoles son suelos muy ácidos (pH 5,0 - 5,2), bajo contenido de materia orgánica (2 por ciento o menos) y muy baja fertilidad natural, pero presentan muy buenas características físicas, sin limitaciones para el arraigamiento de cultivos, pasturas o árboles y con un drenaje natural bueno. La capacidad de retención de agua disponible en 1 metro de espesor es del orden de 100 a 110 mm de agua, lo que no parece un valor muy alto y, en consecuencia no representaría una reserva importante de agua para las plantas. Sin embargo, estos suelos son los que mejor toleran las sequías en el país, como lo avala la experiencia y el hecho de que las pasturas naturales que los cubre son de ciclo marcadamente estival. Esta aparente incongruencia se explica por el hecho de que la profundidad a que pueden llegar las raíces supera fácilmente el espesor de 1 metro y por lo tanto el volumen de suelo explorado por las mismas es mucho mayor. En dicho volumen, el agua disponible supera las cifras citadas, pudiendo alcanzar a 200 mm o más, por lo cual la resistencia a la sequía de estos suelos se debe no solamente a su capacidad de retención de agua por unidad de volumen sino al espesor explorable por las raíces, mucho mayor que en otros suelos profundos del país. Los Luvisoles son suelos comparables a los Acrisoles en su profundidad, secuencia de horizontes y textura, pero el color es más oscuro en el horizonte A y menos rojizo en el horizonte B, a la vez que su contenido de materia orgánica y su fertilidad son ligeramente mayores y su acidez es algo menor, sobre todo en los horizontes profundos. Por las observaciones realizadas durante el trabajo de campo y los antecedentes conocidos en la zona de las colinas arenosas, los Luvisoles son suelos mucho menos frecuentes que los Acrisoles. Los Inceptisoles son suelos de 50 a 80 cm de profundidad, color pardo grisáceo muy oscuro y textura franco arenosa en el horizonte A, por debajo del cual aparece directamente el horizonte C que es una arenisca de color blanquecino o amarillento, medianamente alterada. Sus propiedades físicas y químicas son comparables a las de los Acrisoles, pero su retención de agua es menor porque el espesor es sensiblemente menor también que el de aquellos suelos. Los Inceptisoles ocupan áreas menores del terreno y generalmente bien localizadas, en las rupturas de pendiente convexas muy acentuadas y en laderas fuertes y cortas, es decir en posiciones donde la erosión natural (geológica) se opone a la formación de suelos de mayor profundidad y desarrollo. En la taxonomía del USDA los Luvisoles se clasifican como Hapludalfes Mólicos y los Inceptisoles como Dystrudeptes. Los Acrisoles - suelos sin duda dominantes en las colinas arenosas - son suelos de valor ganadero limitado por la baja calidad y estacionalidad estival de sus pasturas naturales y de escaso valor agrícola, sobre todo en explotaciones de bajo nivel de tecnificación, por su baja fertilidad, fuerte acidez y rápida disminución del contenido de materia orgánica bajo cultivo. Son en cambio, por sus propiedades intrínsecas, los suelos de mayor aptitud forestal del país, como lo prueba además el éxito de las explotaciones forestales que han ocupado gran parte del área en que ocurren estos suelos y que mantiene la tendencia a la expansión. Las mismas consideraciones son válidas para los Luvisoles e Inceptisoles, suelos asociados en menor proporción a los Acrisoles. El uso forestal es por lo tanto uno de los más recomendables y en la zona de ocurrencia de las colinas arenosas dicho uso no compite ni interfiere con los recomendados para las otras unidades cartográficas del levantamiento de suelos ya que dichos terrenos se localizan aguas abajo de las quebradas que constituyen las zonas más frágiles a la vez que de mayor interés para su conservación dentro de un área protegida. El uso agrícola de las colinas arenosas es muy restringido cuando se lo considera con propósitos no solamente productivos sino conservacionistas, ya que los Acrisoles y suelos asociados son muy susceptibles a la degradación y erosión bajo cultivo tradicional. Ello es fácilmente observable en los alrededores de la villa de Tranqueras donde el cultivo de sandía, maíz y algunos otros rubros de subsistencia han provocado deterioros muy importantes a los suelos en pocos años de uso agrícola. Si la situación actual no es de gravedad extrema, ello se debe solamente a que el área afectada es muy restringida por las condiciones socioeoconómicas en que se ha llevado a cabo la agricultura - establecimientos muy pequeños - y no porque la afectación puntual no haya sido severa.

5. Suelos de los cerros (buttes) - Los suelos de la unidad Cr son comparables a los de los valles escarpados ya que el material generador y el relieve son comparables a los de esa unidad. La razón de la separación de este tipo de terreno como una unidad cartográfica independiente es por sus valor paisajístico muy característico dentro de la cuenca del Arroyo Lunarejo y de algunos de sus afluentes. La diferencia más importante está en la cobertura vegetal ya que los cerros presentan un tapiz dominantemente herbáceo, con poco monte indígena. Esa cobertura es menos protectora que la del bosque por lo cual están más expuestos a la erosión y los movimientos en masa, la cual puede ser intensificada por el sobrepastoreo porque el tapiz herbáceo - aunque de baja calidad - es más buscado por el ganado. Por lo tanto, la protección de estas tierras requiere un pastoreo muy controlado y evitar la apertura indiscriminada de canteras para obtención de materiales, que en esta unidad es más accesible que en los valles escarpados por la escasa cobertura arbórea.

Las unidades cartográficas se identifican en la carta mediante letras mayúsculas connotativas del tipo fisiográfico a que pertenece cada una de ellas, ya que la geomorfología fue el principal criterio seguido para la delineación de las unidades cartográficas por haberse detectado una relación muy estrecha entre la geomorfología por un lado y la geología, la hidrología, el padrón de suelos y las principales asociaciones de vegetación existentes en la zona.

Las unidades cartográficas delineadas en el mapa básico de suelos se analizaron del punto de vista de su aptitud de uso, considerando las alternativas de uso agrícola, ganadero y forestal admisibles en un área protegida de las características muy particulares y casi únicas del valle del arroyo Lunarejo. El agrupamiento se realizó sobre la base de las características morfológicas y físicas de los suelos, así como de sus propiedades químicas estimadas, la topografía del terreno, el drenaje natural, el grado de rocosidad y pedregosidad y la vegetación natural arbórea que ocupa gran parte del terreno. La erosión actual de los suelos se tomó también en consideración por tratarse de un área muy sensible en cuanto a su susceptibilidad a la erosión y a las necesidades prioritarias de conservación que guían la elaboración de un plan de manejo para un área destinada esencialmente a la protección de sus valores naturales.

En tal sentido se tomaron también en consideración los valores escénicos existentes en la mayor parte de la zona relevada y que constituyen uno de sus mayores atractivos y por lo tanto de protección asimismo prioritaria.

Cauce fluvial con sedimentos típicos. La Palma.

Colinas arenosas con tierras preparadas para forestación en primer plano cerca de Tranqueras

Suelo muy pedregoso en ladera de valle escarpado. Clasificado como Inceptisol

Altiplanicie Masoller y naciente de quebrada

Ladera de valle escarpado con monte denso y valle con tapiz herbáceo. Cuenca del Aº Lunarejo

Cauce fluvial excavado en la roca. Cuenca del Aº Lunarejo.

Cantera de Bajada de Pena. Impacto visual negativo.

Borde de la altiplanicie Masoller. Litosol muy delgado y pedregoso.

Escarpa rocosa y monte de quebrada en valle menor de la cuenca del Aº Lunarejo.

Litosol en superficie Masoller.