2.3.3 Arqueología

 

Según Renzo Pi Hugarte (1969) los diversos estratos culturales que la arqueología revela para el Uruguay indican que el poblamiento del mismo se cumplió en oleadas sucesivas: "La comparación de estos datos con los de las fuentes documentales ponen de manifiesto que sólo los grupos correspondientes a las últimas etapas del proceso ocupaban el territorio en el momento del arribo de los europeos. Esta superposición de culturas señala que el área constituyó un refugio para aquellos pueblos desplazados de sus viejos hogares por la presión de grupos que contaban con un acervo cultural más rico".

La región nordeste del país ha sido poco estudiada desde el punto de vista arqueológico. Los primeros estudios datan de 1955 y fueron realizados por Antonio Taddei. Este arqueólogo descubrió los yacimientos-talleres de recolectores del arroyo Catalán Chico en el departamento de Artigas y afirmó que en los suelos de los departamentos de Tacuarembó y Rivera sus campos, con dilatados médanos de fina arena y densos montes marginales a las orillas de los ríos Negro; Tacuarembó Grande y Chico y los arroyos Cuñapirú, Yaguarí y Caraguatá habían sido territorios de gran actividad indígena.

En 1965 el Profesor Osmar Santos dio a conocer el primer mapa arqueológico de Rivera, después de realizar un plan de relevamiento integral con Taddei y Chebataroff. De acuerdo a este mapa la zona 1, incluye los cerros y sierras de la cuchilla de Santa Ana, habitadas en épocas remotas por culturas con instrumentos líticos toscos, sin vestigios de cerámica y con similitudes con las culturas del departamento de Artigas. En general los artefactos localizados fueron tallados en arenisca silicificada. Se ha calculado, de acuerdo con observaciones del terreno, una cronología relativa de unos 4.000 a 5.000 años antes de la actualidad.

La zona 1 abarca el área de conservación del Lunarejo.

La zona 2 comprende los ríos Tacuarembó y arroyos Cuñapirú, Corrales y Yaguarí en la zona central- sur. Está caracterizada por el predominio de artefactos y alfarería propios de culturas evolucionadas y la materia prima predominante es la arenisca silicificada. En esta zona se ha encontrado restos de alfarería lisa y grabada con espesores que van desde unos 4 hasta 10 mm. La decoración de evidente influencia guaraní, ha sido aparentemente realizada con uñas y puntas pequeñas.

Con relación a la cerámica indígena del Uruguay, Giancotti (1985) señala que la misma aparece como "desarrollada por grupos humanos que, al establecerse en él, en forma marginal y periférica a otras zonas, ya traían consigo tradiciones de otros grupos junto con las propias". Dichas tradiciones experimentaron aquí un proceso de reelaboración, conservando apenas alguna características originales.

Estas tradiciones, que en otras zonas (el Brasil, en particular; pero también el área paraguayo – misionera) caracterizan momentos cronológicos distintos, aparecen en el Uruguay totalmente mezcladas. Inclusive, dentro de la cerámica Tupí - Guaraní, en nuestro país aparecen como contemporáneos, estilos que en otras regiones están separados temporalmente. No excluye además, que existan estilos propios, desarrollados por grupos que poblando inicialmente estos territorios, desconocían totalmente la cerámica.

La zona 3 corresponde al este del departamento de Rivera y abarca los montes y lagunas del río Negro y arroyo San Luis. Enorme cantidad de "cerritos" indígenas. Se han determinado similitudes con los que se encuentran en zonas cercanas a Bagé, Brasil. Material evolucionado, con cerámica lisa, más bien tosca. Entre el material colectado se destacan morteros, alisadores, boleadoras, puntas de flecha, raederas, cuchillos.

Por último la zona 4 comprende los cerros que acompañan la cuchilla Santa Ana. Lo colectado es escaso y se caracteriza por instrumental bastante tosco, tallado en arenisca o en basalto. Se caracteriza no sólo por su tosquedad sino también por lo meteorizado de su materia prima.